ARTICULO DE OPINION
Jose Luis Sariego Morillo
Abogado de Familia y Mediador Familiar
Allá, por el comienzo de este milenio, escribía un artículo para la revista
de la Asociación profesional Jueces para la Democracia, donde daba una visión
especial y una lectura humana las consecuencias que tenían sobre la vida de
miles de personas (incluidos niños) la aplicación de la entonces Ley del
Divorcio de 1981.
Hacía referencia al siguiente extracto literario que decía así:
Entonces por primera vez nos damos
cuenta de que nuestra lengua no tiene palabras para expresar esta ofensa, la
destrucción de un hombre. En un instante, con intuición casi profética, se nos
ha revelado la realidad: hemos llegado al fondo. Más bajo no puede llegarse: una
condición humana más miserable no existe, y no puede imaginarse. No tenemos
nada nuestro: nos han quitado las ropas, hasta los zapatos; si hablamos no nos
escucharán, y si nos escuchasen no nos entenderían. Nos quitarán hasta el
nombre: y si queremos conservarlo deberemos encontrar en nosotros la fuerza de
obrar de tal manera que, detrás del nombre, algo nuestro, algo de lo que hemos
sido, permanezca. Sabemos que es difícil que alguien pueda entenderlo, y está
bien que sea así."
"Pero pensad cuánto valor,
cuánto significado se encierra aun en las más pequeñas de nuestras costumbres
cotidianas, en los cien objetos nuestros que el más humilde mendigo posee: Un
pañuelo, una carta vieja, la foto de una persona querida. Estas cosas son parte
de nosotros, casi como miembros de nuestro cuerpo; y es impensable que nos
veamos privados de ellas, en nuestro mundo, sin que inmediatamente encontremos
otras que las sustituyan, otros objetos que son nuestros porque custodian y
suscitan nuestros recuerdos. Imagináos ahora un hombre a quien, además de a sus
personas amadas, se le quiten la casa, las costumbres, las ropas, todo,
literalmente todo lo que posee: será un hombre vacío, reducido al sufrimiento y
a la necesidad, falto de dignidad y de juicio, porque a quien lo ha perdido
todo fácilmente le sucede perderse a sí mismo; hasta tal punto que se podrá
decidir sin remordimiento su vida o su muerte prescindiendo de cualquier
sentimiento de afinidad humana; en el caso más afortunado, apoyándose meramente
en la valoración de su utilidad."
Y no, no era ficción literaria estas palabras, sino que son parte de la
autobiografía del escritor y pensador Primo Levi en su libro "Si esto es
un hombre", escrito en 1.958 en Turín, años después de haber salido vivo y
libre del Campo de Aniquilación de Auschwitz.
Ya me preguntaba yo por entonces que ¿Quién de nosotros, los abogados de
familia no hemos escuchado alguna vez sentimientos similares de la boca de un
hombre recién separado o denunciado falsariamente por malos tratos?
En los años que llevo trabajando en temas de separación y divorcio, me he
encontrado muy a menudo situaciones vitales de hombres y padres separados, que
vivían y sentían de esta forma la pérdida de sus seres queridos (hijos e
hijas), de su casa, de sus bienes, de cada objeto cotidiano que les rodeaba, de
sus libros, de sus fotos de familia o de pequeño, e incluso de la mayor parte
de sus ingresos, viéndose obligados a
volver con 40 o 50 años a vivir con sus padres, si tenían la suerte de
tenerlos.
Ya recogía en aquel entonces un estudio sociológico de 1.999 realizado por
el Gobierno de Finlandia, que mostraba y demostraba que los nuevos pobres en
aquella sociedad, eran personas con el siguiente perfil: hombre, alrededor de
40 años, divorciado, pagando pensiones de divorcio a hijos y ex esposas, y sin
hogar propio. Eran los denominados "nuevos parias".
En el Reino Unido (Escocia y Gales) existían estos estudios con datos
similares. Los nuevos pobres estaban incardinados en el perfil arriba
referenciado. Hoy día ya tenemos datos sobre exclusión social en España en el
que el perfil del 85% de los nuevos pobres o parias sociales son hombres entre
35 a 55 años, que lo han perdido todo tras un divorcio o una denuncia de malos
tratos, instrumental o no.
¿No es acaso un motivo suficiente, sentir la sensación que nos trasmiten
algunos hombres y padres separados para tirar la toalla totalmente? Pierden sus
trabajos, pierden los amigos, pierden el sentido del humor, la alegría, la
tristeza y sumidos en su desesperación a veces, más de lo que pensamos,
terminan utilizando la violencia.
Creo, desde mi experiencia, que efectivamente hay un alto grado de
inseguridad masculina en este tipo de reacciones, porque tradicionalmente los
hombres de dicho perfil hemos sido educados por madres (mujeres al fin y al
cabo) que han transmitido el sentir de que los hombres no pueden salir adelante
solos, ni son capaces de enfrentarse a los propios sentimientos, y menos aún,
la mayoría de los hombres no saben controlar sus frustraciones.
Así, María Jesús Izquierdo, en unas Jornadas organizadas por el Instituto
de la Mujer en Barcelona en 1.998, apuntaba lo siguiente:
"…Los hombres violentos son, evidentemente, un peligro para las
mujeres, pero no es eso lo que despierta la repulsa, sino la enunciación que
hacen, con su violencia, de lo que es el patriarcado. Se les ha hecho creer,
previamente, que la mujer es una extensión suya, que «tienen» una familia, que
«tienen» una mujer, unos hijos, una casa
y unos ingresos (en definitiva, un patrimonio). Cuando se separan se
encuentran desposeídos, se quedan sin casa, sin hijos, tienen que pasar una
parte considerable de su salario a la mujer que ya no es «suya», sobre todo
porque se niega a serlo”.
Apoyo la tesis de la Sra. Izquierdo, cuando nos decía en aquella ocasión
que:
“La paradoja cruel es que las sentencias de divorcio que favorecen a las
mujeres, y esa es la tendencia, no están dictadas a favor de la mujer, sino a
favor del mantenimiento de las relaciones patriarcales entre la mujer y el hombre”.
María Jesús Izquierdo
nos introduce en la esfera de los hombres potencialmente violentos o
propiamente violentos, de cómo reaccionan desde la masculinidad, y cómo viven y
se sienten la pérdida de lo que creían "poseer".
Sabemos que, un alto
grado de las personas que están en la cárcel por delitos englobados dentro del
fenómeno que conocemos como violencia doméstica son hombres, según datos de la
D.G. Instituciones Penitenciarias, y en la inmensa mayoría de los casos, los
actos violentos graves se producen durante o justo terminado el proceso de
separación y/o divorcio.
El motivo de este artículo, es poner encima de la mesa esta reflexión:
¿Acaso no somos todos los elementos que participamos en la administración
de la Justicia de Familia (legisladores, jueces, fiscales, abogados,
psicólogos, etc.), de alguna forma, responsables de la no previsión de estos
comportamientos, por desconocimiento del sufrimiento de nuestros clientes o
justiciables?
Encuentro en los Juzgados, más a menudo de lo que quisiera, a compañeros y
compañeras que llevan un caso de familia y demuestran un desconocimiento de los
aspectos no sólo legales, sino todos esos aspectos que hacen que un proceso de
familia sea tan especial. No se tienen en cuenta los efectos devastadores a
medio y largo plazo de peticiones que se hacen, con todas las de la ley, a la
hora de hacer propuestas en la fase de negociación, si es que se llega a la
misma. Así, he conocido a cientos de mujeres desde la aplicación de LVSM de
2004, que han pasado por nuestro despacho que se han sentido engañadas por el
sistema de la industria del maltrato en España, léase Centros de la Mujer,
Asociaciones de mujeres, Institutos de la Mujer, etc. ya que ellas iban a pedir
apoyo y ayuda para su divorcio y se les convencía que era mejor denunciar por
maltrato, porque era más rápido y eficaz, ya que en menos de 24 horas el esposo
era detenido y arrojado de la casa familiar.
El 95% de estas
mujeres, venían a nuestro despacho tras decidir retirar la denuncia, ya que
ellas creían que la denuncia sólo traía como consecuencia que el divorcio de
hecho eran mas rápidas, pero desconocían y no eran informadas de que la
denuncia traía consigo que el esposo fuera a la cárcel en muchos caos, y por
ende, con un marido en la cárcel ¿quién le pagaba a ella la pensión?
Las pensiones para mujeres por denuncia de
maltrato son ridículas, en caso de poder llegar a cobrarse. Al final descubrían
atónitas, que las únicas personas que cobraban por la denuncia eran las
personas que aconsejaban denunciar.
Esta tesis con las
pruebas correspondientes que se acompañaron, dieron lugar a la denuncia que
formulamos varias personas ante la Comisión Europea en el año 2010, y que dio
lugar a la toma de varias decisiones de Bruselas, como son que se exigió al
Gobierno nacional a que el Ministerio de Igualdad desapareciera o que también
debían desaparecer los Institutos de la Mujer.
Como todos sabemos, el
Gobierno nacional convirtió al Ministerio de Igualdad en una Dirección General
mas del Ministerio de Sanidad (¿?) y los Institutos de la Mujer se ha
proyectado convertirlos en Institutos de la Igualdad, aunque se desconoce aún a
que lucha por la igualdad se refieren, si
a la igualdad de trato de negros y blancos, cristianos y musulmanes,
altos y bajos, pobres y ricos, catalanes y Extremeños, etc.
Más recientemente, la
Sentencia del T.J.U.E. de 21 de diciembre de 2011, ha obligado al estado
Español a devolver los fondos indebidamente cobrados por organizaciones que
cobraban en función del número de denuncias de malos tratos que habían
tramitado, a quienes se les daban fondos sin cumplir los requisitos legales y
sin fiscalización alguna.
Veremos en que acaba todo esto, ya que son mas de 5 mil millones de euros,
que no sé de dónde los vamos a sacar con
lo que está cayendo, ya que se supone que las organizaciones feministas lo son
sin ánimo de lucro, y la verdad, la pregunta es fácil ¿Dónde ha ido a parar tanto
dinero?
Pero volvamos por los derroteros de este artículo. Cuando defiendes a un
hombre y padre en temas relacionados con el Derecho de Familia, te encuentras
con que tienes que hacer de educador de un ciudadano que desconoce por completo
las consecuencias de un proceso de separación, el cómo va a afectar a su vida,
a sus ingresos, a su contacto con sus hijos, etc. Muchos se encuentran por vez primera ante una
encrucijada, y es comprobar que todo aquello que creían inmutable e inamovible,
se desmorona. No se les da la oportunidad de corregir ningún error. Se dice muy
a menudo en artículos jurídicos que ya no existe el concepto de culpabilidad en
los procesos de separación y divorcio, pero esto no es así.
De nuevo una gran
falacia de la legislación. Si con la Ley de 1981, siempre había una causa de la
separación legal desde 2’005, la causa del conflicto o el culpable de todo es
simplemente el hombre y padre. Si no, no se entiende que los Tribunales de
nuestro país otorguen la custodia exclusiva de los hijos en un 87% a las
mujeres y madres.
La inmensa mayoría de
padres a los que he asesorado se sienten que han sido "condenados" a salir del
domicilio conyugal, "condenados"
a pagar tal cantidad de pensión compensatoria, tal de pensión de alimentos,
"condenados" a
pagar un tanto de la hipoteca, y "condenados"
a dejar de convivir con sus hijos/as, y después de todo esto, se les otorga un
derecho para poder visitar a sus propios hijos. Está claro que éstos son
culpables de todo.
Quienes trabajamos en Derecho
de Familia leemos y vemos los fallos de las sentencias de otra forma a como lo
hacen otros compañeros y compañeras que no se dedican a esta rama del Derecho.
Pero lo mas crudo, es que realmente nuestros clientes hombres leen la sentencia
o el fallo con el sentido que he dado mas arriba, aunque a nosotros/as nos
parezca de lo más normal y legal.
Veamos el caso de la
inmensa mayoría de las mujeres en cuanto madres cómo leen la sentencia:
El fallo dice que
puede quedarse en la casa donde ha sido infeliz equis años, puede quedarse ella
con los/as hijos/as, y que el hombre al que no quiere y del cual no desean
saber nada mas, le tiene que pagar equis cantidad de dinero para ella y para
sus hijos/as, y que además tendrá que ver la cara de "ese hombre",
tales días porque tiene derecho de visitas. Además la pensión que le otorgan es
del todo insuficiente, porque “ella” creía que si se divorciaba, su calidad de
vida no iba a disminuir tanto. Que después de todo iba a seguir dependiendo del
padre de sus hijos, y de cómo éste iba a responder económicamente en el futuro.
Osea, que si leemos la sentencia en este sentido, descubrimos que (aunque
lo veamos a menudo) la sentencia es acorde a la ley, pero que tiene una lectura
distinta a la que habitualmente hacemos.
Siguiendo el estudio realizado por el departamento de Servicios Sociales
del Estado de California, allá por los años 90, las cosas no han cambiado. En
aquel estudio se demostraba que el 85% los padres quedaban muy insatisfechos
por la solución legal y judicial, y el 95% de las madres también. En aquel
estudio, los abogados y jueces mostraban su satisfacción con las soluciones
dadas (sentencias y medidas civiles) en un 96% de los casos.
Esto es, que todo es una gran farsa y mentira. Mientras los operadores
jurídicos siguen dando soluciones que no satisfacen a los justiciables, el
nivel de conflicto seguirá latente, y por ende, seguirá habiendo trabajo para
jueces y abogados.
Ya en un capítulo del libro "Familia y Violencia", de la
Asociación Española de Abogados de Familia, me hacía eco de la posibilidad de
que fuéramos responsables los abogados y abogadas de familia en la infelicidad
de nuestros clientes y de sus hijos, y de provocar no ya conflictos, sino
incluso de ser responsables de provocar supuestos de violencia intrafamiliar.
Pero, en este caso, voy mas allá de todo aquello, en el sentido de que no
me meto a examinar las causas o los efectos de los conflictos de las parejas en
proceso de divorcio o separación, sino que me quedo en cómo viven y leen la
gente de a pie las sentencias habituales de separación y divorcio, a las que
estamos tan acostumbrados, incluso las dictadas tras un mutuo acuerdo, y cuales
sus efectos sobre la vida de la gente.
De todo lo expuesto, deduzco que comprendo perfectamente que las
asociaciones de hombres separados y las de mujeres separadas y divorciadas, se
quejen. La ley de 1.981 de 7 de Julio, está obsoleta, pero mas grave aún es que la ley del divorcio se modificó en
2005, y ésta en vez mejorar las cosas, ha venido a estropear incluso la bondad
y lucidez de cientos de jueces y juezas que interpretaban los divorcios siguiendo
el espíritu del art. 3 del Código civil, esto es, que antes de 2005 estaban
adaptando la ley de 1981 a la realidad social imperante en España.
Si no, cómo se entiende que en la ley del 81 que no recogía la custodia
compartida de los hijos, fuera más fácil obtenerla, que con la ley de 2005 que
si la regula. Es inaudito.
De todas formas, ya hemos dejado patente que la ley de violencia sobre la
mujer de 2004 se creó con un fin economicista de crear puesto de trabajo para
mujeres simpatizantes de quien ostenta el poder, y que realmente se creó para
organizar una nuestra industria de los servicios paralela a la industria de la
justicia. Así, todos los implicados, aspirantes a jueces (mas plazas en
oposición) los abogados (mas turnos de oficio) los psicólogos (mas trabajo a
evaluar), los ayuntamientos (mas fondos europeos que gestionar con la creación
de centros de la mujer), los medios de comunicación han subido un 10% sus
ingresos por publicidad institucional (campañas del 016) etc., etc. Todo el
mundo ha hecho caja, menos las mujeres víctimas de malos tratos salvo aquellas
pocas que han tenido la suerte de cumplir los insensatos requisitos que hay que
cumplir para recibir ayuda real.
Pero todo lo que
supuestamente se ha hecho para salvaguardar la vida y la dignidad de mujeres en
situación de mal trato, no es así. No se entiende que una ley que era para
prevenir asesinatos de mujeres, haya provocado una subida del 50% de estos
asesinatos en el ámbito doméstico, en comparación de una década a otra.
Tampoco ha servido
para sacar a muchas mujeres y sus familias del penoso calvario de caer en el
umbral de pobreza. Así, los distintos informes de Cáritas sobre "Pobreza y
Género" (se lama así), o estudios sobre "Exclusión social"
elaborados por distintas universidades y fundaciones de cajas de ahorros, nos
descubren la realidad de las mentiras de elaboradas en torno a la LVSM de 2004.
Descubrimos así que,
existen en nuestro país mas personas de las que creíamos que viven bajo el
umbral de la pobreza, pero si profundizamos en el tema, descubrimos que la
lista de personas que, cada vez más, engordan esta fatídica estadística, son
personas separadas y/o divorciadas. Y que la mayor parte de estas personas son
mujeres con cargas familiares (custodia de los hijos/as). En los cinco últimos
años, los padres divorciados han superado a las madres divorciadas en un 20%.
Conozco asociaciones
de mujeres separadas y divorciadas en la que muchas de las integrantes trabajan
en economía sumergida (para no perder la pensión) con sueldos indignos en
nuestra sociedad, y conozco hombres separados y divorciados que trabajan en
economía sumergida, para no pagar, porque si la ley y la sociedad les
convirtieron en parias hasta para sus propios hijos, porqué no vivir como tales. De todo esto se
aprovechan determinados sectores productivos y de servicios para explotar a
conciudadanos y conciudadanas.
¿Por qué está
ocurriendo todo esto?
Nos olvidamos del comienzo del artículo dónde hago referencia a un extracto
del libro de Primo Levi, pero que nos viene al caso para reflexionar y
comprender el porqué tantos y tantos hombres no pagan las pensiones, o dejan
sus trabajos como única salida para salirse con la suya, y vengarse de lo que
la Justicia (la Justicia de todos y todas) les ha hecho.
Así ocurre en Finlandia, Reino Unido, Italia, España, Rusia, etc.
También olvidamos lo mantenido con mucha razón por la Sra. Izquierdo, para
comprender que en un momento dado, hayan hombres que justo cuando comienzan a
sentir los efectos de una separación, puedan reaccionar como se les ha
enseñado, esto es, con violencia física, y sin importarles nada las
consecuencias, tan sólo les importaban comportarse como hombres, como les
habían dicho que eran y debían ser. No debemos olvidar que los casos de mujeres
muertas a manos de sus parejas o exparejas, en la mayoría de los casos está
demostrado que la separación fue el detonante de la acción violenta del hombre.
Desgraciadamente, hay hombres que están reaccionando de una forma todavía mas
antisocial e inhumana, como son los casos de padres que aprovecharon las
visitas para matar a sus hijos, o a sus ex parejas, y esto seguirá aumentando
en el futuro, mientras no nos tomemos en serio que hay que ayudar a estos
hombres, porque son víctimas de su
propia educación, de su propio contexto social, y que de alguna forma, la
sociedad en su conjunto es responsable de su forma de resolver los conflictos
personales. Esto lo venimos haciendo hace años con los drogodependientes y
alcohólicos, pero no con los hombres con actitudes violentas dentro de su
entorno familiar.
También se está disparando los asuntos de sustracción de menores por parte
de madres divorciadas, pero ellas cuenta con el abanico y apoyo legal que les
otorga la custodia exclusiva de sus hijos.
Vemos, pues, que las consecuencias para los hombres de la aplicación de la
ley de 1.981, y ahora la del 2005, son penosas en una sociedad que se denomina
civilizada. Pero ¿Por qué lo son también para las mujeres?
Ya han pasado unos cuantos años de la aplicación de la ley de 1.981, y seis
desde la ley del divorcio exprés de 2005 (me figuro que lo de exprés es porque
la redactaron mientras tomaban un café) pero ya hace años que comprobamos los
efectos perversos que puede tener la aplicación de la ley con respecto a las
mujeres.
Mujeres de más de 50 años, con pensiones compensatorias, que ven cómo de
pronto sus hijos/as se van de casa, los maridos piden la liquidación de la casa
común, y se ven en la calle, con un puñado de euros para sobrevivir. Bueno,
piensan algunos/as, les queda la pensión compensatoria (porque la de los hijos
las perdieron en una modificación de medidas).
Pero no, tampoco esto es así. Coincidiendo con la pérdida de la casa, se
encuentran con mas de 50 años y con que el marido se ha jubilado y solicita una
bajada sustancial de la pensión compensatoria (en el que caso que tuvieran
derecho a ella), y como resultado de ello nos encontramos con multitud de
mujeres que van a vivir de alquiler (si pueden) o tendrán que ir a vivir con un
hijo/a, y con una pensión mísera para sobrevivir.
En muchos casos, mujeres que por tener que cuidar a sus hijos, que es para
lo que sirven las madres según las organizaciones que defienden la custodia
exclusiva de los hijos para las madres y se oponen a la custodia compartida,
como digo, por tener que cuidar de sus hijos, han tenido trabajos mal
remunerados, o han cotizado poco, o no han podido desarrollar su vida
profesional, llegan a la edad de jubilación con pensiones de jubilación mínimas.
El ex marido, en la mayoría de los casos habrá encontrado otra mujer con la
que convivir y compartir gastos, pero quedará también con una pensión mísera
para sobrevivir en caso de que siguiera solo.
En los casos de violencia familiar, una vez terminado el proceso de
separación, y una vez que el hombre cumple su condena (fruto de las denuncias
por malos tratos), la mujer se ve desamparada de nuevo, porque muchos de ellos
vuelven a acosar, amenazar, e incluso matan a sus exparejas, tras todo el
proceso. Ello implica que la única garantía que tienen estas mujeres para
sobrevivir y vivir tranquilas es cambiar de ciudad, de entorno social, trabajo,
etc.
Ósea que con las medidas que podamos lograr de alejamiento, extrañamiento,
etc. sólo logramos legalmente poner a salvo a las mujeres, pero no realmente.
Son las mujeres (y los/as hijos/as) las que tienen que cambiar totalmente de
vida, si de verdad queremos ser eficaces en este tema, porque está claro que el
Estado no garantiza la seguridad de estas mujeres si no desaparecen.
En definitiva, que en mas casos de los que creemos, a las mujeres y los
menores cuyos intereses se protegían en su momento, se encuentran con su madre
en un estado de pobreza que afrontar, y a su padre también en un estado de
pobreza y con el sentimiento de que no tiene nada que perder, convirtiéndose en
potencia en un hombre violento, que puede llegar a causar la muerte de su mujer
e hijos.
Y así un largo etcétera.
Estos son los nuevos (y viejos) y las nuevas (viejas) pobres que aparecen
en nuestra sociedad, y mientras tanto seguimos pensando nada mas que en pasado
mañana cada vez que elaboramos un Convenio o esperamos a que un Juzgado aplique
la ley en el caso que llevamos, y olvidamos que, una ley (civil o penal) no
resuelve este tipo de problemas, sino que necesitamos cada vez mas toda una red
de apoyo oficial, para llegar a ayudar al conjunto de la familia cuando se
enfrenta a su desintegración, sea cual sea la causa de la misma.
No dejo de pensar en lo que me decía un amigo psicólogo hace unos días, que
con el sistema actual a los hombres que quieren ser padres comprometidos se les
suele tratar como delincuentes, y sin embargo el hombre-padre que coge la
maleta y desaparece de la vida de su familia, no se le molesta.
No debemos olvidar que de cada diez padres que piden la custodia compartida
en este país, nueve son acusados después de maltrato o incluso de abusos a sus
hijos.
No quiero terminar este artículo sin dar una idea de posibles soluciones
para evitar todo estos problemas que, grosso modo y escuetamente serían:
1.- Con la custodia compartida, hombres y mujeres ganarían en calidad de
vida y expectativas vitales. Los padres se verían más valorados y estimulados a
contribuir a sacar a los hijos adelante,
Las madres podrían aprovechar esa colaboración en cuidado equilibrado y
equitativo de los hijos, para mejorar sus expectativas laborales, personales,
etc.
2.- Con la liquidación de bienes a la vez que el divorcio, se podrán
construir dos hogares adecuados, y caso de no ser posible, se facilitarían
ayudas al acceso a viviendas dignas a familias en crisis, por parte de
autoridades (tal ocurre en algunos países europeos).
3.- Eliminación de la Ley de
violencia sobre la mujer, y aplicación de las leyes penales comunes en los
casos realmente necesarios, con establecimiento de principio de indicio
racional de prueba para la admisión de denuncias. Formación de abogados especializados
en violencia intrafamiliar, tanto en defensa de victimas como de derechos
civiles de los acusados.
4.- Ampliar las redes de apoyo a familias con servicios de pacificación de
situaciones de conflictos, y eliminar los servicios que fomentan el uso y abuso
de denuncias.
5.- Establecer legalmente la elaboración de planes de crianza y plan
económico de sostenimiento de los dos hogares, que existirán para cuidar a los
hijos de forma corresponsable y conjunta a quien pretenda el divorcio, requisito
sin el cual no será admitida la demanda.
6.- Establecer por ley que quien pretenda la custodia exclusiva de los
hijos deberá demostrar la posible situación de riesgo de los hijos de estar con
el otro progenitor.
7.- Establecer por ley que quien haya hecho claro abuso de derecho, no será
considerado apto para ejercer la patria potestad.
Con la puesta en práctica de estas ideas, y otras muchas que no vamos a
enumerar ahora, el estado español podría ahorrarse en torno a los 15 mil
millones de euros en gastos:
Judiciales, procesales, sueldos de funcionarios, creación de nuevos
juzgados, papel y asistencia técnica informática, apoyo psiquiátricos o
psicológicos, sueldos de contratados para la industria del maltrato (en torno a
85.000 personas), gastos de horas extras para aplicación de protocolos de
actuación, gastos médicos, gastos de puntos de encuentro, pagos a miles de
abogados de oficio, y a psicólogos de turno, descolapso de juzgados de familia, y, un largo etcétera.
Eso sin
contar con el altísimo coste emocional (sufrimiento) que nos ahorraremos para
el futuro de niños y niñas, que son el futuro del país.